jueves, 16 de marzo de 2017

Y la VIRGEN quiso vestirse de hebrea

La Semana Santa está llena de detalles que la mayoría de las veces pasan desapercibidos. Uno de estos es sin duda el arte de vestir a las imágenes, sobre todo a las de la Virgen.

La tradición de vestir a las vírgenes surge a finales del siglo XVI.  

Las distintas indumentarias con las que son ataviadas las imágenes, comienzan a variar a mediados del siglo XIX, cuando empiezan a definirse las tres piezas fundamentales del atuendo de las dolorosas: el manto, la saya y el tocado. 

La saya corresponde a una especie de falda que se ciñe a la cintura con la cinturilla, en alusión a la virginidad de María. 

El manto procede de la misericordia del medievo y simboliza el amparo que los hijos buscan en la Madre.

Por último, el tocado, que es la versión del schebisim judío, que enmarca el rostro de las mujeres en Nazaret.

La utilización generalizada de estas piezas responde a modelos sevillanos, siendo su máximo creador Juan Manuel Rodríguez Ojeda, quien revolucionó el arte de vestir a las dolorosas. 

En este contexto surge una indumentaria para vestir a la Virgen en Cuaresma, denominada de hebrea, una tradición relativamente reciente que data de los años 20 del pasado siglo. 
Este particular atuendo se toma como una forma de mostrar las imágenes más austeras durante la Cuaresma. De esta forma, se eliminaban los bordados, coronas o cualquier signo de ostentación. Este ropaje nos recuerda, aunque de forma idealizada, la manera de vestir las mujeres hebreas. 

Las imágenes se muestran tocadas con un aro de estrellas y, en las manos, un elemento imprescindible: la corona de espinas en recuerdo de la Pasión de Cristo.
El primer documento que existe de una imagen de candelero vestida de hebrea, está protagonizado por la antigua dolorosa de la Hiniesta, imagen atribuida a Martínez Montañés, y destruida pasto del fuego republicano en el 1.932.
El uso de esta vestimenta de hebrea ha sido siempre en la Cuaresma, y últimamente se usa también durante el Adviento hasta la Cuaresma, y recuerda la humildad y sencillez con la que María dio a luz al Niño Dios en Belén.

En la tarde del martes día 14 de marzo, la Santísima Virgen de la Soledad se vistió de hebrea para esta Cuaresma 2017. Así, don Pedro Luis Bazán Gallego, se desplazó hasta Aguilar, ya que desde hace algunos años es la persona encargada de hacer lo propio con la Sagrada Imagen, según los tiempos litúrgicos.
 
Don Pedro Luis Bazán Gallego tiene una dilatada experiencia a la hora de cambiar las vestiduras de imágenes marianas en múltiples localidades de distintas provincias y sus exquisitas, privilegiadas y benditas manos, visten, entre otras la Virgen de los Desamparados y Virgen de la Candelaria de Sevilla; la Virgen de la Estrella de Huelva y la Virgen de la Misericordia de Granada.

Esto es sólo un ejemplo de las innumerables imágenes ataviadas por este gran artista para toda Andalucía.
Todos sabemos de la belleza que mana del rostro de María Santísima de la Soledad, pero también somos conscientes de que esa belleza se hace aún mayor cuando Nuestra Madre pasa por las manos de don Pedro Luis Bazán.
 
Para todos los miembros de la Hermandad, Pedro es una persona muy querida, y por ello, sirvan estas líneas para rendirle un humilde homenaje de gratitud, ya no sólo por conseguir que nuestra Imagen irradie en cada cambio de vestiduras una belleza sublime sino por su cercanía para con la hermandad, por su forma de ser. Tiene, como yo le digo muy a menudo, “tiene la capacidad de hacer felices a las personas con sus manos”. El trabajo de Pedro se convierte ya en una fusión entre arte y amistad con la Hermandad.
 
Su trabajo, junto con el de nuestras tres camareras de la Virgen: Agustina Cabezas García, Mª Soledad Toro López y Mª Carmen Pino Valle, está siendo magnífico y del cual, todos los cofrades y devotos de María Soledad se encuentran muy satisfechos y así quiero reconocérselo.
 
A partir del día de ese día, la Virgen se encuentra ataviada con una saya color rojiza. Se cree que en la época de Cristo, las mujeres vírgenes, vestían con vestidos rojizos. El rojo es la vida, el amor, el Espíritu Santo, no por casualidad, es el color de la liturgia en las celebraciones de Pentecostés, Sacramentales, o mártires.

El manto negro, era usado por las mujeres que eran madres, por lo cual, en María, encontraríamos las dos realidades, de Virgen y Madre.

Respecto al blanco del tocado, puede ser la divinidad en la total plenitud. Es el color de los que se revisten para encontrarse con Dios (la muerte santa). Es tela de tul, donada por Don Pedro Luis para la Virgen.
 
El fajín rallado, recuerda a las vestimentas tradicionales hebreas, que al presentarse ciñendo la cintura de María, simboliza su disposición a servir. 
A este respecto, nuestra gratitud más considerada a la cofrade y muy devota D. R. F. por tan valioso obsequio para con Nuestra Madre.
 
De esta manera, los aguilarenses podrán admirar toda la belleza y el esplendor de María Santísima de la Soledad, vestida de hebrea, en su Capilla, gracias a las manos de don Pedro Luis Bazán Gallego.
D. Manuel Zurera Caballero (Hermano Mayor)


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